Jesús convive y come con los pecadores
Índice
Objetivos
Misericordia y justicia
La mancha de jugo en una hoja
Iluminación de la vida
Compromiso y Actividad
Objetivos
Analizar y cuestionar la actitud de enjuiciar, señalar y discriminar a otros por los pecados u errores cometidos, aceptando que uno mismo es pecador.
Aprender de Jesús misericordioso, que no rechaza al pecador, sino que convive con él, lo acoge y lo invita a una nueva vida.
Descubrir que no solo hay pecados personales, sino también sociales y colectivos.
Jesús y la fe de Israel en el Dios único y Salvador
Jesús realizó obras como el perdón de los pecados que lo revelaron como Dios Salvador (cf Jn 5, 16-18). Algunos judíos que no le reconocían como Dios hecho hombre (cf Jn 1, 14), veían en él a "un hombre que se hace Dios" (Jn 10, 33), y lo juzgaron como un blasfemo. (cf Catequismo de la Iglesia Católica, n° 594).
El amor de Dios es algo hermoso. Cantar Cristo te necesita.
Misericordia y justicia (Eclesiástico 17, 15-24).
Ante Dios está siempre la conducta del hombre,y nada se oculta a sus ojos.Todo lo que el hombre hace es para Dios claro como el sol,sus ojos observan siempre su conducta.No se ocultan sus maldades,todos sus pecados están ante el Señor.Él tiene grabada la limosna del hombrey guarda un favor como la niña de los ojos.Un día se levantará para recompensarlosy dará a cada uno su merecido.A los que se arrepintieron les permite regresar,y consuela a los que han perdido la esperanza. (Eclo 17, 15-24)
Pidamos a Jesús aprender a darnos cuenta de nuestros errores.
Rezar la oración del Padrenuestro.
La mirada de Dios sobre nuestros pecados siempre va a ser una mirada de amor, de misericordia y de perdón, y quiere que nosotros actuemos de la misma manera ante los errores y pecados de los demás.
Nuestra vida
La mancha de jugo en una hoja
Un grupo de niñas se habían hecho muy amigas. Todas las tardes, después de hacer las tareas de la escuela, salían para jugar y divertirse. Mientras jugaban, dejaban sus pertenencias sobre la banqueta: algún celular, unas patinetas, una abrigo, etcétera. Una de esas tardes desapareció el libro de cuentos. Se preguntaban quién pudo haberlo robado. No tardaron en sospechar de Lupita, la niña nueva que tenia poco tiempo de estar viviendo en la colonia. No les gustaba su aspecto, decían que era distinta a ellas. Además no tenía papá y su mama ganaba poco dinero en su trabajo, por lo que pocas veces Lupita podía llevar dulces y galletas para compartir. También se fijaban en que sus tenis no eran de marca, ni sus pantalones de princesa. Todo apuntaba a que Lupita era la ladrona.
Como todas las niñas eran casi de la misma edad, asistían a la catequesis el mismo día y al mismo grupo. Lupita también se había integrado, cosa que ya no gusto ni a los padres ni a las niñas. Hablaron con la catequista para exigir le que la cambiara de grupo, porque una niña que roba no es digna de estar con sus hijas, y menos en la catequesis. Es un mal ejemplo, además de que podía robar otra cosa.
Lupita intentaba decirles a las niñas lo que había sucedido, pero no la dejaban hablar. Le daban la espalda y le decían: "Eres una mentirosa y ladrona. Ya no te queremos".
La mamá de Lupita la veía muy triste. Entonces, una tarde se acercó a ella, la abrazó, la sentó en sus piernas y le preguntó: "Lupita, ¿me has contado toda la verdad? No tengas miedo, soy tu mamá y voy a apoyarte y ayudarte en todo momento". Lupita rompió en llanto y le confesó la verdad.
Resulta que aquella tarde, mientras jugaban a la rueda de San Miguel, a Lupita le llamó la atención el libro de cuentos y lo tomó para hojearlo. ¡Tenía unos dibujos tan bonitos! Pasaba lentamente las hojas y cada vez atrapaban más su atención. En un descuido, manchó una hoja con el jugo que tenía en su mano. Se puso nerviosa. Miró para todos lados y decidió llevarse el libro a su casa para limpiar esa hoja y devolvérselo a la dueña después. Pero dándose cuenta de que sospechaban de ella se asustó aún más y lo escondió debajo de su cama.
Después de esta confesión, Lupita y su mamá hablaron con las niñas y sus papás. Lupita entregó el libro a su dueña con la hoja limpia y una cartita de perdón, que adornó con corazones de princesa.
A partir de entonces, algunas niñas le pidieron perdón a Lupita y nuevamente la recibieron como amiga. Otras, en cambio, nunca más volvieron a jugar con ella.
Stella Maris
Iluminamos nuestra vida
- La ley manda a apedrear a la mujer adultera: Jn 8, 1-11
- Mateo, el cobrador de impuestos: Mt 9, 9-13
- La ley y el amor: 1Jn 4, 20-21
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